La historia del Imperio Gurubashi

El imperio Gurubashi, formado por varios reinos, fue en su día una de las mayores fuerzas de Azeroth, controlaba sobre todo la mayor parte del sur de los continentes del Este. Su capital Zul’Gurub está localizada en la Vega de Tuercespina. Pero finalmente esta gran nación se separó en diversas tribus.

Historia

Hace aproximadamente unos 16,000 años, antes de que los elfos de la noche provocaran imprudentemente la ira de la legión ardiente, los trols se enseñoreaban sobre la mayor parte de Kalimdor (entonces un solo continente), había dos imperios trol, el imperio Gurubashi de las junglas del sudeste y el imperio Amani de las tierras boscosas del interior, había tribus más pequeñas que habitaban el extremo norte (en la región conocida actualmente como Rasganorte).

Dichas tribus fundaron una pequeña nación llamada Gundrak, que nunca alcanzó el tamaño ni la prosperidad de los imperios del sur.

Los imperios Gurubashi y Amani no se tenían en gran estima, pero casi nunca entraban en guerra. En aquel tiempo su mayor enemigo común era un tercer imperio: la civilización Azj’Aqir. Los Aqir eran inteligentes insectoides que ocupaban las tierras del lejano oeste. Estos astutos insectoides se expandían de forma permanente y eran increíblemente malvados. Los Aqir estaban obsesionados con erradicar todos los seres vivientes que no fueran insectos de los campos de Kalimdor. Los trols lucharon contra ellos durante miles de años, pero nunca pudieron conseguir una verdadera victoria sobre los Aqir.

Finalmente, debido a la persistencia de los trols, el reino Aqiri se dividió en dos mitades cuando sus ciudadanos formaron colonias separadas en las regiones del extremo norte y el extremo sur del continente. Emergieron dos ciudades-estado Aqiri: Azjol-Nerub, en las tierras baldías del norte y Ahn’Qiraj en el desierto del sur. Aunque los trols sospechaban que habían otras colonias Aqiri bajo Kalimdor, su existencia nunca fue verificada.

Cuando los insectoides marcharon al exilio, los imperios gemelos trol volvieron a sus asuntos cotidianos. A pesar de su gran victoria, ninguna civilización consiguió expandirse mucho más allá de sus fronteras originales. Sin embargo, existen textos antiguos que hablan de una pequeña facción de trols que se desgajó del Imperio Amani y fundó su propia colonia en el corazón del oscuro continente. Allí, estos valientes pioneros descubrieron el pozo de la eternidad cósmico, que los transformó en seres provistos de un inmenso poder, algunas leyendas sugieren que estos trols aventureros fueron los primeros elfos de la noche, si bien esta teoría nunca ha sido demostrada.

La cólera del Cazador de Almas

hakkar

Los largos siglos que siguieron al gran cataclismo del mundo resultaron difíciles para la raza trol. El hambre y el terror eran moneda común en sus disgregados reinos. Los trols Gurubashi, conducidos a un final desesperado, buscaron ayuda en fuerzas místicas y ancestrales. Si bien ambos reinos rol compartían una creencia central en un gran panteón de dioses primitivos, los Gurubashi empezaron a adorar al más oscuro de ellos.

Hakkar el cazador de almas, espíritu vil y sanguinario, oyó la llamada de los trols y decidió ayudarlos. Hakkar compartió sus secretos de sangre con los Gurubashi y les ayudó a extender su civilización a lo largo de la mayor parte de la Vega de Tuercespina y ciertas islas de los mares del sur. Si bien les proporcionó un gran poder, Hakkar quería más y más para sus propósitos. El dios sanguinario pidió que se sacrificaran almas en su altar diariamente. Tenía intención de lograr el acceso al mundo físico para así poder beber la sangre de todas las criaturas mortales. Con el tiempo, los Gurubashi se dieron cuenta de la clase de criatura con la que habían estado tratando y se volvieron en su contra. Las tribus más poderosas se rebelaron contra Hakkar y sus leales sacerdotes, los Atal’ai.

La terrible guerra que siguió entre los seguidores de Hakkar y el resto de las tribus Gurubashi solo se comenta en susurros. El imperio en ciernes fue destruido por la magia desatada entre el airado dios y sus criaturas rebeldes. Cuando la batalla parecía estar perdida, los trols lograron destruir el avatar de Hakkar, desterrándolo del mundo. Incluso sus sacerdotes Atal’ai fueron expulsados de la capital de Zul’Gurub y obligados a sobrevivir en los ignotos pantanos del norte. En esos terrenos pantanosos construyeron un gran templo al dios caído, Atal’Hakkar, donde pudieran continuar con la obra de su maestro…

El resto de las tribus Gurubashi se dispersaron tras la gran guerra civil que dejó sus tierras en ruinas, las tribus Machacacráneo, Sangrapellejo y Lanza Negra marcharon con el fin de reclamar sus propias tierras en el interior de las vastas junglas de Tuercespina. Si bien hubo un momento de frágil paz en el imperio disgregado, algunos hablaban de una profecía según la cual un día Hakkar volvería a nacer en el mundo y, en ese momento, lo reduciría a cenizas.

La caída de Gurubashi

Está contado en la caída del imperio Gurubashi, que su último emperador fue Var’gazul. Desde su capital estaba preparando la guerra, para invadir a un enemigo desconocido. Pero sus planes fueron frustrados por Neptulon y su Krakken, los cuales destruyeron toda la tierra al oeste de Zul’Gurub y enterraron bajo el mar la ciudad de I’lalai en el actualmente conocido Arrecife mortal.

El retorno del cazador de almas

En su exilio en el templo de Atal’Hakkar, los Atal’ai descubrieron que no podían revivir la forma física de Hakkar allí, solamente era posible en la antigua capital del imperio Gurubashi, Zul’Gurub.

Para poder revivir al antiguo dios, los trols Atal’ai mandaron un contingente de Altos Sacerdotes a la antigua ciudad. Cada sacerdote era un poderoso campeón de los dioses originales (murciélago, pantera, tigre, araña y serpiente) pero a pesar de sus máximos esfuerzos, cayeron bajo la influencia de Hakkar.

Ahora los campeones y sus aspectos de dioses primarios alimentan el asombroso poder del cazador de almas. Algunos valientes aventureros decidieron adentrarse en las destruidas ruinas para enfrentarse al Dios Hakkar.

Después de años

Tras la derrota de Hakkar y sus fanáticos Gurubashi, la ciudad cayó y fue poco a poco consumida por la jungla. Pero los Gurubashi aun persisten, y una vez más, será necesaria la ayuda de los aventureros para detener los oscuros propósitos de los Gurubashi.

Fuente | Wowpedia


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