Cronología (II) – El Imperio Elfo y el Primer Cataclismo

La Corrupción de Azshara

Debido al abuso de los altonato de la magia arcana, Sargeras descubrió la existencia del pequeño mundo de Azeroth y fijó en él su vista y sus ansias de destrucción. Al poco tiempo se dio cuenta del aislamiento auto-impuesto al que se sometía la Reina Azshara y vio en él la oportunidad de entrar en Azeroth. Para ello se hizo pasar por un dios ante la reina, el cual le otorgaría poder ilimitado y la ascensión del mundo a un nivel desconocido a cambio de abrir un portal para poder acceder. La reina y los altonato se pusieron a ello inmediatamente, consiguieron avances rápidamente y pronto abrieron el portal lo suficiente como para que pasara el primer enviado de Sargeras. Éste oficial de la Legión Ardiente trajo a Azeroth los Canes Infernales, una raza hasta ahora no vista en el mundo. Hakkar, que ése era su nombre, los invocó para que reconocieran los alrededores del palacio, y los mantuviera a salvo de intrusos.

Dentro de los muros del palacio real, el ritual seguía, y cada vez más y más demonios atravesaban el Vacío Abisal para unirse a la guardia de élite de la reina, pero sin embargo, no era suficiente para que el poderoso titán entrara en el mundo. Azshara sugirió a su consejero, Xavius, que bloqueara el uso de la magia al resto de kaldorei, y así el hechicero creó un escudo que aislaría al resto de elfos usuarios de la magia el acceso a las energías caóticas del pozo. El escudo funcionó, pero al darse cuenta el resto de los elfos de que sus poderes habían sido mermados, redoblaron los esfuerzos, y algunos fueron capaces de atravesarlo, a la vez que una multitud preocupada por su reina, sin dudar en ningún momento de ella, se congregaba en las puertas del palacio en busca de respuestas. Así las cosas, Sargeras no vio otra opción que mandar a uno de sus oficiales más capacitados a este rebelde mundo, y el elegido fue el señor del foso Mannoroth, que finalmente cortó los enlaces del resto de la población kaldorei con el Pozo de la Eternidad, abriendo aún más el portal, y permitiendo la entrada de hechiceros eredar, guardias infernales y demás miembros a las ordenes del poderoso titán.

Las aglomeraciones a la puerta del palacio se sucedieron, y finalmente, las puertas del impresionante palacio se abrieron. Los elfos esperaban ver a su gloriosa reina, y que ésta tuviera una respuesta para su aislamiento del pozo, pero lo que recibieron fueron la primera oleada de demonios en Azeroth. De las puertas del palacio salieron en tromba centenares de demonios que aniquilaron a los sorprendidos kaldorei.

Los Hermanos y La Guerra de los Ancestros

Por aquel entonces vivían en Suramar dos hermanos enfrentados por el amor de una novicia de Elune, ella era Tyrande Susurra Vientos, y sus dos pretendientes eran los hermanos Tempestira, Malfurion e Illidan, el último de los dos, con el extraño don de poseer ojos de color ámbar, que en la cultura kaldorei era sinónimo de un futuro glorioso. Ambos hermanos estaban siendo instruidos por el semidiós Cenarius, e iniciados en las artes druídicas, aunque dicho camino de poder, lento y transcendental, no llenaba el alma impetuosa de Illidan.

Los rumores de que algo estaba pasando en el palacio de la reina Azshara llegaron a los oídos de los hermanos, y gracias a las enseñanzas de Cenarius, Malfurion fue capaz de entrar usando el Sueño Esmeralda en los pasillos de la residencia real. Allí fue testigo del despliegue de poder que estaban llevando a cabo los altonato, con el consejero personal de la reina a la cabeza. Pero igual que el iniciado druida fue capaz de ver al ejército demoníaco concentrarse en las estancias superiores del palacio, también Xavius, con sus grandes poderes arcanos, lo detectó, y mantuvieron una batalla en diferentes planos que acabó con la práctica destrucción de la torre del palacio y la muerte de numerosos altonato, Xavius entre ellos.

Por aquel entonces, los cinco aspectos guardianes vivían en paz y harmonía, pero Neltharion había empezado a ser víctima de susurros que le incitaban a desobedecer los designios impuestos hacía milenios por los titanes. Precisamente éste último tenía una idea para ayudar a la incapaz raza de los kaldorei a detener el avance de la Legión. La idea consistía en fundir en una única arma el poder concentrado de todos los dragones. Finalmente el arma llamada Alma del Dragón fue creada con el consentimiento del resto de aspectos, cada uno de ellos dotando al arma de parte de su misma esencia, sellando así el destino de todos ellos.

Mientras tanto, en Zin-Azshari, la capital kaldorei, los elfos habían empezado a plantar una defensa organizada frente a los demonios, al mando de la cual se encontraba el general Lord Kur’Talos Penacho de Cuervo, y en la que también luchaban sacerdotisas de Elune, entra las que se encontraba Tyrande. Malfurion e Illidan también formaban parte de esa resistencia. Kur’Talos, asombrado con la capacidad mágica de Illidan, a pesar de haber sido separados de las energías del pozo, lo nombró líder del pelotón de hechiceros. El uso de la magia de Illidan era indiscriminado y brutal, en más de una ocasión, por su culpa, varios elfos habían caído por exigir demasiado poder. Esto no era bien visto por Kur’Talos, motivo por el que éste último decidió finalmente nombrar a otro hechicero menos conocido pero más cabal, y no a Illidan, como líder del asalto.

Illidan deseaba ese puesto de poder para impresionar a Tyrande, que al verlo como general, caería irremediablemente en sus brazos, pero no iba a ser así. Además, podía comprobar cómo la iniciada sacerdotisa prefería cada vez más a su hermano, hecho que no contentaba en absoluto a Illidan. Pensamientos oscuros cruzaban la mente de Illidan, pensamientos que no eran suyos y que no compartía, así que decidió alejarse de la rebelión para no entorpecer a sus camaradas, y se unió a la Legión.

Dichos pensamientos fueron inducidos por Xavius, que había sido traído de vuelta por el poder de Sargeras, y había modificado su cuerpo para convertir al primer consejero de la reina en el primer sátiro.

El asalto de los dragones finalmente llegó, con Neltharion al frente, usando el Alma del Dragón para aniquilar las incontables filas de demonios. En medio de ese asalto, las voces que susurraban a Neltharion desde hacía siglos finalmente lograron su meta, y enloquecieron al poderoso leviatán, que en mitad del combate fue incapaz de distinguir amigo de enemigo y provocó la casi completa destrucción del vuelo azul, dejando incluso al líder del mismo, Malygos el Tejechizos, al borde de la muerte, dicho vuelo era el que con mayor tesón hostigaba las filas de demonios debido a la afinidad mágica del mismo.

Illidan llegó finalmente a Zin-Azshari, y advirtió a Sargeras y a Azshara de que los dragones poseían un arma con el que serían capaces de abrir el portal lo suficiente como para hacer traspasar el poderoso cuerpo del titán. Sargeras se mostró complacido, pero dudaba de la intención de Illidan, así que aceptó, pero a cambio, exigió de él lo que lo hacía diferente, le quemó los ojos, y puso en su lugar dos orbes demoníacos. Illidan había perdido la capacidad de ver como el resto de elfos, pero a cambio, había adquirido una visión mucho más amplia que abarcaba varios espectros de magia, pero su aspecto era aterrador, motivo por el cual se tapó los ojos para siempre con una venda.

El objetivo real de Illidan era usar el Alma del Dragón, en adelante conocida como el Alma del Demonio, para sellar definitivamente el portal, y llevarse los méritos del fin de la guerra. Con el Alma del Demonio finalmente en su poder, habíendosela arrebatado a su hermano, el cual se había infiltrado en la guarida del leviatán negro, Illidan se presentó ante Sargeras, que exigió que se le fuera entregada para llevar a cabo él mismo el ritual. Al ver el cambio de acontecimientos, Illidan improvisó un nuevo plan, que consistía en dejar que Sargeras lanzase el hechizo, para lanzar él mismo a la vez uno que crearía una vorágine que cerraría el portar para siempre.

Una vez realizados los preparativos, Sargeras comenzó a usar la energía del Alma del Demonio para agrandar el portal y realizar así su triunfal entrada en Azeroth, mientras tanto, Illidan, el cual había guardado en siete viales muestras de las aguas del Pozo de la Eternidad para agrandar su poder, se colocó y empezó a lanzar él su propio contrahechizo. En ese preciso momento, Malfurion, en mitad del caos de la batalla, fue consciente de las intenciones de su hermano, y partió presto a ayudarlo. Juntos, muy a pesar de Illidan, lanzaron el hechizo para impedir que el titán atravesase el portal. Las energías que se vieron envueltas fueron colosales, y propiciaron que el sello que impedía entrar en Azeroth a los dioses antiguos se rasgara, y éstos se manifestaran de nuevo, lo cual había sido siempre su intención, provocando los nefarios susurros a Neltharion, en adelante ya conocido como Alamuerte el Destructor. La situación era desesperada, ya que a pesar del esfuerzo de Sargeras por abrir el portal, la voluntad combinada de los gemelos Tempestira obligaba al portal a cerrarse, y los dioses antiguos imbuyeron imágenes de poder y gloria sobre Illidan para facilitar su tránsito. Finalmente, Malfurion fue capaz de controlar las caóticas energías que se arremolinaban alrededor del pozo, y cerrar el portal, pero a un coste aterrador. En ese momento, el portal se cerró, ni Sargeras ni los dioses antiguos entrarían ya en Azeroth, pero las energías liberadas habían fraccionado por completo el mundo, y éste sufría sobremanera. Ante el inminente cataclismo, las fuerzas combinadas que en ese momento combatían contra la Legión Ardiente huyeron hacia el punto más alto que tenían cerca, la cima del monte Hyjal.

El Primer Cataclismo y el regalo de Illidan

dragones-arbol-nordrassil

Las energías liberadas al cerrar el portal no pudieron ser absorbidas de forma natural por el mundo y en consecuencia lo que provocó fue una explosión de tal magnitud que dividió el único continente de Kalimdor en tres continentes mucho más pequeños, gran parte de la masa terrestre quedo sumergida en el mar así que ninguna civilización salió impune de este Cataclismo. Después de la explosión, aun había suficiente energía como para que en el centro de donde estaba el Pozo de la Eternidad se creara lo que se llamaría en adelante la Vorágine. Los elfos después de la explosión estaban consternados por la magnitud del desastre, la mayoría de sus maravillosas ciudades y sobre todo de su capital fue destruida en el acto y no quedo nada de ella, ya que la tierra donde estaban asentadas se había hundido irremediablemente en el mar.

Illidan, consternado por la destrucción del Pozo de la Eternidad, decidió crear uno nuevo en la Cima del Monte Hyjal donde los elfos de la noche estaban en ese momento intentadose recuperar de sus heridas. Así que cogió tres de los viales que había guardado con el agua del Pozo y los vertió en la cuenca más cercana a la cima. Así, en este mismo momento, se creó un nuevo Pozo de la Eternidad, y en consecuencia un nuevo faro para guiar a las huestes de la Legión Ardiente. Su hermano y el semidiós Cenarius se dieron cuenta inmediatamente de la creación del pozo y fueron a investigar, viendo la enajenación de Illidan en ese momento, Malfurion decidió encerrar a su hermano en una prisión por sus crímenes cometidos al aliarse con Azshara y por su incipiente locura que podría causar aun más daño.

Malfurion solicitó ayuda a los Vuelos para destruir el pozo, pero el daño era ya irreparable. Tres Vuelos intercedieron por los elfos y decidieron que tenían que actuar para que no se convirtiera en un nuevo acceso al mundo para la Legión Ardiente. Hablaron con Cenarius y llegaron a la conclusión de que el pozo debería servir para curar al destrozado mundo y no para usarlo como foco arcano, así que cada Vuelo dio una bendición para hacer del pozo un foco de esperanza. El Vuelo Rojo entrego la semilla del destruido Árbol del Mundo G’Hanir plantándolo en el centro del pozo haciendo crecer así a un nuevo Árbol del Mundo, el Vuelo Verde permitió que cualquier druida pudiera acceder al Sueño Esmeralda y por último el Vuelo Bronce estableció que los elfos de la noche serian inmortales mientras el árbol estuviera en pie. Así nació Nordrassil, llama de la esperanza y de las artes druídicas para Azeroth.

Mientras tanto en los restos de la capital kal’dorei, Azshara y los pocos Altonato fieles que sobrevivieron bajo el mar protegidos por su magia se pusieron en contacto con una entidad que a cambio de su lealtad les daría la opción de poder vivir en las profundidades del mar. Los Altonato, desesperados ya que no había forma de aguantar mucho tiempo, aceptaron el trato y en ese momento su fisonomía cambió y nació la raza Naga. La belleza que caracterizó a su reina la abandonó, y ésta se convirtió en una criatura abisal que aún nadie en el mundo exterior le ha visto el rostro.

Los quel’dorei y la Fuente del Sol

Dath’Remar líder de los pocos Altonato que lograron alcanzar Hyjal, estuvo presente junto con Illidan en la creación del nuevo Pozo de la Eternidad. Un acontecimiento que lo llenó de esperanza ya que la magia arcana como la conocía podría sobrevivir de la manera que él la conocía. Dath’Remar le pidió a Illidan que si él mismo podría guardar parte de ese poder que quedaba en los viales, y éste le confió dos viales, viendo su encarcelamiento inminente.

Dath’Remar vio la interferencia de los Vuelos e hizo que su sangre hirviera de furia, toda la historia de los kaldorei se basaba en la utilización de la magia arcana y ahora por una intromisión ajena a ellos los propios kaldorei la rechazaban totalmente abrazando las artes druídicas como nueva forma de vida. En su indignación instigó a sus congéneres altonato a revelarse y usar la magia arcana como siempre habían hecho. Eso produjo el rechazo colectivo hacia cualquier altonato que aún quedara en Kalimdor, y la ira de estos provocó que invocaran un enorme tormenta mágica en Vallefresno y como consecuencia, provocando su exilio de las tierras de los kaldorei.

Los altonato, en adelante conocidos como quel’dorei, o altos elfos, entristecidos y con un necesidad imperativa de tener una fuente de magia cercana a ellos, construyeron barcos y se hicieron a la conquista del recién separado continente de los Reinos del Este. Desembarcaron en la zona que en la actualidad es conocida como Claros de Tirisfal, y en ese mismo momento su líder Dath’Remar cambio su apellido por el de Caminante del Sol dando así a entender su nueva condición tanto cultural como física. Decidieron asentarse en la orilla del lago pero una presencia inquietante los hizo cambiar de ubicación asentando los cimientos de su civilización más al norte, en la costa del continente. Cuando decidieron el sitio exacto donde estaría su nueva ciudad, Dath’Remar vertió los dos viales que le había confiado Illidan para crear lo que los quel’dorei llamarían la Fuente del Sol, y alrededor de ella se fundaría la ciudad de Quel’Thalas, que tendría como rey al propio Dath’remar Caminante del Sol.


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