Cronología (III) – El preludio de las grandes guerras

Las Guerras Trol

Los Quel’Dorei llegaron a las costas occidentales del devastado continente conocido actualmente como Reinos del Este, y fundaron su primera civilización en los actuales claros de Tirisfal. Allí, tuvieron contacto con los primeros humanos que habían despertado en el mundo, y con los trol. Los humanos no suponían una amenaza, apenas eran una civilización tribal dispersa, pero los trol estaban bien organizados y tenían su capital, Zul’Aman, poco más al norte de su posición actual. Aparte de dichas guerrillas contra los foráneos, los elfos que cruzaron el gran mar para encontrar una nueva tierra se encontraron con otro problema en su actual posición, y es que por la noche todos eran víctimas de unos susurros nefarios que no les permitían conciliar el sueño. Fue por este motivo que decidieron adentrarse en el norte, y fundaron su gran capital, Quel’Thalas, al norte de la capital trol Amani, Zul’Aman.

Los enfrentamientos se sucedían, y los humanos estaban al borde de la extinción a manos de los fieros trol, cuando un humano, el jefe de guerra Thoradin, líder de los Arathi, junto con su amigo y gran general Ignaeus (más tarde conocido como Aterratrols), viendo amenazada su raza, decidió actuar. Su idea era entablar guerra con el resto de razas humanas, y una vez doblegados, ofrecerles la paz y anexionarse a ellos. Así fue como fundó el primer reino humano, llamado Arathor, en el territorio conocido actualmente como Laderas de Trabalomas, en las Tierras Altas de Arathi, con capital en la ciudad de Strom.

Los humanos empezaron a organizarse en torno a su ciudad y su líder, y su civilización se salvó del asedio trol. Mientras tanto, en el norte, los elfos no corrían tanta suerte, y estaban siendo exterminados por los fieros trol Amani. En esta situación, Anasterian Caminante del Sol, hijo de Dath’Remar, envió a diplomáticos para tratar con los humanos. Aunque en un principio los elfos no hacían distinción en el trato entre humanos y trol, Thoradin vio el peligro de permitir que los elfos desaparecieran de la faz de Azeroth, y envió ayuda. El pacto que establecieron permitía a 100 humanos aprender el control sobre las energías arcanas, y que Strom se movilizara para ayudar a los elfos al norte.

La guerra empezó en las montañas de Alterac, y durante días, ni la alianza de humanos y elfos ni los indomables trol cedían terreno. En esta situación, los líderes humanos y elfos decidieron empezar el asedio mágico contra los trol, y las lluvias de fuego comenzaron. Los trol nunca habían sido testigos de las energías arcanas, y las energías liberadas por el bando humano y élfico hicieron estragos en la moral de los trol, que eran incapaces de regenerar las heridas causadas con este fuego mágico. Finalmente, con ayuda de los hechiceros, la alianza de humanos y elfos logró hacer replegar las fuerzas trol a su capital, infringiéndoles un golpe devastador, destrozando su imperio.

Al finalizar la guerra, los magos supervivientes, tanto elfos como humanos, decidieron fundar una ciudad para conservar el conocimiento y poder seguir enseñando a más discípulos, a pesar de la reticencia de Thoradin. Dicha ciudad-estado se llamaría Dalaran, y sería la casa de la orden del Kirin-Tor. Además de Dalaran, y gracias a la desaparición de la amenaza trol, los humanos se empezaron a expandir por los Reinos del Este y fundaron más ciudades-estado, como Ventormenta y Lordaeron.

La Guerra del Mar de Dunas

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Mil años después del primer cataclismo, los Qiraji consiguieron reunir un ejército lo suficientemente grande como para amenazar la supervivencia de todas las razas de Kalimdor. Su primera oleada de ataques fue brutal, pero por suerte, los elfos de la noche reaccionaron a tiempo y consiguieron retrasarlos lo suficiente como para organizar una fuerza militar para oponérseles. Este ejército liderado por el Archidruida Fandral Corzocelada y su hijo Valstann fue enviado a los desiertos implacables de Silithus con el único objetivo de destruir la amenaza Qiraji.

Después de mucho esfuerzo consiguieron avanzar en su camino hacia Silithus, pero a los pocos días de batalla contra los Qiraji recibieron un mensaje de que la Aldea Viento del Sur estaba siendo atacada. Valstann pidió a su padre que le dejara un destacamento para poder ir a defender la aldea, Fandral, a desgana, le concedió finalmente el favor. Valstann partió de inmediato hacia la batalla mientras que Fandral seguía luchando contra el grueso del ejercito Qiraji. Pasaron los días y Fandral no recibió información relacionada con su hijo, la preocupación y la pena se fueron apoderando de él. En el tercer día después de la partida de su hijo, en uno de los ataques Qiraji apareció el General Rajaxx, líder de los atacantes y llevaba en una de sus pinzas a un Valstann malherido. Fandral, conmocionado, se lanzó al combate, pero al ver a su hijo morir en las manos de ese monstruo se derrumbó, y ese día la batalla fue ganada por los Qiraji al retirarse la fuerza militar de los elfos.

Fandral, desesperado, pidió ayuda al Vuelo Bronce, pero éstos se la negaron continuamente hasta que un día Las Cavernas del Tiempo, base de acción del Vuelo Bronce, fue atacada por los Qiraji. Anacronos, enojado por el orgullo de los insectoides, decidió unirse a los elfos para combatir la amenaza, y no sólo el Vuelo Bronce acudió, sino que también vino un apoyo de cada uno de los otros Vuelos, liderados por los hijos de los Aspectos, éstos eran: Merithra, hija de Ysera del Vuelo Verde; Caelestrasz, hijo de Alexstrasza del Rojo y Arygos, hijo de Malygos del Azul. Incluso con el poder de los Dragones, el avance hacia Silithus fue agónico a causa de la cantidad del poder militar del enemigo.

Cuando ya estaban cerca de Ahn’Qiraj, capital del enemigo, llegaron informes de los dragones que sobrevolaban la ciudad de que dentro había algo más antiguo y terrorífico que los propios Qiraji. Con esa información, Fandral y los Dragones decidieron que lo único que podían hacer era contener a los Qiraji dentro de su propia ciudad. En un último y desesperado ataque, las fuerzas de los elfos de la noche consiguieron llegar a las puertas de la ciudad. Seguir avanzado era imposible, así que Merithra, Caelestrasz y Arygos decidieron que ellos contendrían a los Qiraji dentro de la ciudad el tiempo suficiente como para que la barrera que los encerrara fuera invocada. Y así fue que mientras los dragones contenían a los Qiraji, Anacronos, Fandral y los demás druidas invocaron la barrera que se llamaría en adelante el Muro del Escarabajo.

Al finalizar el conjuro, Anacronos creó un gong a partir de un escarabajo y el Cetro del Mar de Dunas de la garra de uno de sus hermanos, entregándole a Fandral el gong, le dijo que si cualquier día los mortales quisieran entrar en Ahn’Qiraj y destruir lo que allí habia quedado encerrado, tan solo tendrían que golpear el gong con el Cetro y las puertas se abrirían. Pero Fandral, en un acto de extremo dolor y furia rompió el Cetro del Mar de Dunas diciendo que ningún mortal entraría en la ciudad después de todo el daño causado.

En ese estúpido acto, el cetro se rompió en tres partes que fueron entregadas a un Guardián de cada Vuelo. Los guardianes eran: Azuregos del Vuelo Azul, Vaelastrasz del Vuelo Rojo y Eranikus del Vuelo Verde. Después de eso, los elfos construyeron un puesto de vigilancia en Silithus por si algún día la amenaza de Ahn’Qiraj conseguía salir de su encierro.

La Creación del consejo de Tirisfal y el Último Guardián

Al ser fundada Dalaran, los magos humanos abusaron de su poder arcano provocando así que los agentes de La Legión Ardiente tanto tiempo desterrados tuvieran un pequeño resquicio por donde pasar; eran pequeños demonios pero provocaban el suficiente miedo como para que la población no usuaria de magia de Dalaran hablaran de una revolución contra la magocracia regente.

En ese momento una orden de elfos de Quel’Thalas, llamada el Concilio de Lunargenta, hizo un pacto con los magos de Dalaran contándoles la historia de Azeroth, en ese momento los humanos decidieron que lucharían en una guerra encubierta contra los demonios de la Legión Ardiente, el Concilio de Lunargenta aceptó la propuesta sabiendo que si la mayoría de la población humana se enterara de que la magia era la que provocaba la entrada de los demonios, caerían en una espiral de miedo y paranoia provocando el rechazo absoluto de la magia.

De esa forma nació la organización secreta del Consejo de Tirisfal, su nombre proviene de los Claros de Tirisfal, muy cerca de donde se situaría la ciudad de Lordaeron. El Consejo decidió que la única forma de poder llevar esta guerra sin que se enterara nadie era darle a uno de ellos todo el poder arcano disponible de los miembros del Consejo de Tirisfal y que éste luchara solo contra toda amenaza dirigida hacia Azeroth.

Así, se creó la figura del Guardián, el cual desempeñaba la función solo un tiempo limitado y sería el propio consejo el que decidía cuál sería el siguiente Guardián. Después de muchos años y que muchos guardianes hubieran protegido el mundo se decidió que una joven humana fuera la siguiente. Esta talentosa maga llamada Aegwynn, la mejor candidata desde que se fundó el Consejo, fue imbuida como Guardiana. En una de sus expediciones, Aegwynn, rastreó a un grupo de demonios hasta el lejano continente de Rasganorte donde descubrió que los dragones que habitaban allí estaban siendo asediados por una gran cantidad de miembros de la Legión Ardiente. Con la ayuda de los dragones consiguió desterrar a todos los demonios del continente y fue en el momento en el que desterró al último cuando, en la distancia, una presencia sobrecogedora apareció. Esa presencia era la encarnación en Azeroth del titán corrupto Sargeras. Aegwynn, sabiendo que si dejaba vivo a Sargeras destruiría todo el mundo, decidió presentar batalla aún sabiendo que tenía todas las de perder. La Guardiana, en un alarde de maestría arcana, derrotó al avatar de Sargeras destruyendo su carcasa física y provocando que no amenazara toda la vida existente. Pero no se dio cuenta de que la parte espiritual del titán se hizo hueco en su alma, ayudando a los planes de este para el mundo.

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Después de esta batalla, Aegwynn volvió a su hogar y siguió protegiéndolo hasta que el Consejo decidió que su tiempo como Guardián había acabado, en ese momento la codicia se apoderó de ella y decidió que ella sería la que elegiría al siguiente Guardián, el consejo, aunque consternado y enfurecido, sabía que si el Guardián no era voluntario no podían arrebatarle sus poderes. Con el tiempo, Aegwynn tuvo la convicción de que el siguiente Guardián fuera su hijo, con este objetivo, sedució a Nielas Aran con el cual concibió a su hijo Medivh.

Éste creció feliz criado por su padre en Ventormenta y entabló amistad con el príncipe Llane Wrymm y Anduin Lothar. Pero un día, paseando por la Vega de Tuercespina, fueron atacados por dos trols de la jungla, éstos fueron destruidos por Medivh, pero al coste de que el mago cayera en coma. El coma fue inducido por el espíritu de Sargeras, que fue transferido de su madre a él sin que se diera cuenta. Veinte años después despertó con el control completo de sus poderes como Guardián, pero controlado por Sargeras, el cual le condujo a tener una personalidad arisca contra cualquiera.

Harto de los humanos, Medivh se encerró en la torre de Karazhan para encontrar una forma de destruir a todos los seres vivos. Por aquel entonces, empezó a modificar el flujo de energías Ley, haciendo que Karazhan se convirtiera en el centro de todas las que atravesaban los Reinos del Este. Preocupados por dicha actividad, el vuelo azul envió a Arcanagos para investigar lo sucedido. El dragón se encontró con que el epicentro del problema era la antigua torre de Karazhan, y su misterioso inquilino. Se enfrentó a Medivh y le instó a cesar en sus intentos, pero el mago, poseído por Sargeras, plantó batalla al leviatán azul.

La batalla fue breve, y Medivh usó su poderosa magia como guardián para lanzar un ataque que quemó por completo a Arcanagos, lanzando sus restos a las montañas del Paso de la Muerte. Por aquel entonces, fue cuando empezó a buscar fuera del mundo de Azeroth y descubrió que podía tener acceso a un vasto ejército que tendría como objetivo justo lo que él necesitaba….

La Apertura del Portal Oscuro

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Los orcos eran una pacífica sociedad chamanística que había vivido en comunión con los espíritus durante más de 5.000 años, y habían compartidos los secretos de la naturaleza con sus vecinos extraterrestres, los draenei, llegados en su nave el Castillo de la Tempestad.

Precisamente, la presencia de los draenei en Draenor, fue lo que causó que la Legión pusiera sus ojos en los pacíficos orcos, y fue así como Kil’Jaeden engañó en sueños al jefe de guerra de los orcos, el líder del clan Sombraluna, Ner’Zhul, y le hizo pensar que sus vecinos, los draenei, estaban urdiendo una trama para asesinarlo. Ner’Zhul movilizó a todos los orcos y comenzó la matanza de draeneis, pensando que así estaba salvando no sólo su supervivencia, si no la de todos los orcos, pero conforme más y más draeneis inocentes caían bajo su hacha, se percató de que, aparte de los cuernos y la ropa que llevaba, este “Todopoderoso”, como se presentaba ante él Kil’Jaeden, mostraba un parecido extraordinario con los draenei, y además, el odio que éste procesaba hacia la pacífica figura de Velen no concordaba con la de un individuo divino.

Preocupado y desconcertado, Ner’Zhul se dirigió a la piedra sagrada de Osho’Gun, en Nagrand, a consultar con sus ancestros. Allí descubrió la verdad, y también la respuesta de por qué los elementos hacía tiempo que no respondían a su llamada y la del resto de chamanes: habían sido engañados por Kil’Jaeden a luchar como peones en su guerra, y ni los ancestros ni los elementos los consideraban dignos. Ner’Zhul estaba dispuesto a enfrentarse a su demoníaco maestro, pero su más aventajado discípulo, Gul’Dan, lo había seguido a Osho’Gun, y contactó con Kil’Jaeden antes de que Ner’Zhul pudiera enfrentarse a él. El eredar ascendió a Gul’Dan a la posición de su maestro, y desposeyó de todos sus poderes a Ner’Zhul, poniéndolo en una posición meramente decorativa.

Ner’Zhul no pudo avisar a ninguno de sus hermanos del error que estaban cometiendo, y fue incapaz de evitar el descenso a la decadencia que estaban llevando a cabo, ignorando la llamada de los elementos y cambiándola por las energías viles. Mientras tanto, Gul’Dan colocó como jefe de guerra a Mano Negra, líder del clan Roca Negra, mientras él mismo, en secreto, y sin que Ner’Zhul pudiera hacer nada al respecto, creó el Consejo de las Sombras, el verdadero poder detrás de la Horda.

Gul’Dan invitó a todo tipo de brujos, nigromantes e incluso ogros a formar parte del Consejo de las Sombras, uno de los miembros más importantes del mismo fue el primer ogro brujo, el bicéfalo Cho’Gall. Los planes de Gul’Dan para el Consejo de las Sombras era el de ser el verdadero poder detrás del poder de la Horda, él y su Concilio se encargaban de mover los hilos de la política y planeaban los ataques contra los draenei, así como promulgar el uso de la energía vil y los brujos. Fruto de esta ambición de Gul’Dan, fue la elección de una hembra draenei para cruzarla con un bravo guerrero orco y engendrar así a Garona Semi Orca, que se convertiría con el tiempo en su jefe de espías, gracias a un entrenamiento exhaustivo y numerosas maniobras de control mental por parte de Cho’Gall.

La figura de Ner’Zhul había caído en olvido para la mayoría de los orcos, pero sin embargo, esto supuso cierta libertad para él, que vagaba con total libertad por la base del Concilio de las Sombras en el Templo de Karabor, en el Valle Sombraluna. Así fue cómo descubrió unos documentos en los que se ponía de manifiesto el siguiente paso para el control de los orcos, darles a beber la sangre de un demonio para hacerlos una fuerza imparable y completamente leal y obediente. Uno de los primeros orcos en beber la sangre de Mannoroth fue el líder del clan Grito Infernal, el impetuoso Grom. Mientras tanto, Ner’Zhul avisó a todo aquel que quisiera escucharlo, y los únicos que lo hicieron, fueron Durotan, líder del clan Lobo Gélido, y su mujer Draka, padres del orco Go’El, conocido más adelante en Azeroth por su nombre de esclavo, Thrall.

Mientras el exterminio de los draenei seguía su curso, Kil’Jaeden desapareció y dejó a Gul’Dan a su merced. Fue en este momento cuando el brujo contactó con Medivh, el último Guardián de Azeroth, que le pidió un ejército, a cambio de un nuevo mundo para poder conquistar bajo el poder de su Horda.

La apertura del Portal Oscuro era el siguiente paso para los ambiciosos propósitos del brujo orco…


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