Destino: Prefacio
Destino: Capítulo I
Destino: Capítulo II
Shellene y yo entramos en la casa y mientras desayunaba le expliqué todo lo que había ocurrido aquella noche, decidí no contarle nada de mi nueva admiración por la forma de luchar de aquel extraño. Shellene se quedó muy preocupada por el hecho de aquella atención que él me dedicó antes de marcharse, pensaba que nunca es bueno que un enemigo se quede con tu cara. Yo me reí. Se marchó para cerrar todas las puertas y ventanas por si a aquel miembro de la horda se le ocurría esconderse allí.
El día pasó lento. Intentaba mantener entretenidos a los niños, con juegos y concursos, teatros y batallas legendarias, pero no estaban muy conformes con aquel encierro.
Hacía ya unos años que podría haber dejado el orfanato, cuando cumplí la mayoría de edad, pero había preferido quedarme allí, ayudando a Shellene. Cada año las guerras se cobraban más vidas y más gente se unía a las batallas, así al orfanato cada vez llegaban más niños sin hogar ni familia.
Hacia mucho tiempo, una noche, Lord Grisillo Quiebrasombras, el instructor de Paladines, volvía a su habitación en la Catedral, cuando vio un pequeño bulto junto a las escaleras. Allí, arropada entre mantas, había una pequeña, pelirroja y sonrosada que lo miraba con los ojos bien abiertos y sonrientes. Me llamó Naini.